jueves, 2 de junio de 2011

Menudo casón (Parte Primera)

La casa era enorme. Teniendo tan solo seis años, Lucas había recorrido muchísimo mundo, pero jamás había visto una casa tan absolutamente enorme. Los jardines eran todos verdes, con flores de diversos colores, todos llamativos y nuevos para él. Los caminos de grava estaban en perfecto estado, al igual que los de piedra en medio del césped. En medio de los jardines a veces había fuentes y otras veces círculos de bancos, quioscos o mesas de ajedrez. " Este jardín es como el parque central de la ciudad" pensó. Lo cierto era, que unos meses antes, cuando vivía en una granja de las afueras, al ir a ver la ciudad y ver esos parques tan adornados se sorprendió, y verlos ahora en forma de jardín, le impactó aún más. 
Cuando llegar frente a la casa, bajó del coche. No sabía por qué estaba allí, ni por qué le seguía continuamente una niña llama Celia desde hacía unos días.
La casa era enorme, de ladrillos pintados todos de blanco azulado, con el tejado marrón. Había distintos balcones alrededor de la casa,y una inmensa terraza en la parte trasera, donde había una fuente para bañarse en verano.
El interior era aún más grande o al menos esa era la impresión que daba, todo muebles llenos de ornamentaciones dibujadas y grabadas demasiado exageradas. Celia y él fueron conducidos junto con sus pertenencias al piso más alto, donde más calor hacía y donde probablemente más polvo había.
Una hoja de instrucciones estaba sobre una de las mesas y decía:
  • CELIA Y LUCAS
  1. Ordenad este trastero, ya que va a ser vuestro lugar de descanso y tiempo libre.
  2. bajad a la cocina (primer piso) y recibiréis más instrucciones de una muchacha llamada Andrea.
  3. Vuestras tareas son limpiar el suelo, pasar el limpia-polvos, hacer las camas, limpiar retretes, limpiar y recoger vajilla, limpiar cristales.
  4. Del jardín se encarga el señor Gutiérrez.
  5. Debéis tratar a niños y adultos de usted y serviles en todo lo que se os mande o se os devolverá a vuestro lugar de origen o casa de acogida.
 -Menudo abuso- decía Celia mientras buscaba entre baúles y armarios una escoba o algún trapo. 
El desván estaba cubierto de polvo, que hasta flotaba en el aire. Se veían las motas de polvo atravesadas por la luz que entraba por una enorme claraboya. Había muchísimos muebles antiguos, aparadores, cestas, armarios, cunas y tres o cuatro camas de muelles con defectuosos colchones. 
Lucas miraba a su alrededor sin reaccionar todavía. De las muchísimas familias que le habían acogido, todas habían acabado devolviéndolo por falta de dinero y porque no aportaba nada; pero ésta, ésta les había transportado hasta la casa por todo lo alto, en coche, y además habían cogido a dos. Pero después de ver esa lista llena de órdenes y tareas entendió por qué estaba en aquella casa tan enorme y por qué estaba acompañado. Esa iba a ser su realidad desde aquel día, bajo los ojos de la ley, ser acogido por una generosa familia rica, pero bajo el manto de la imagen la realidad era que se iba a convertir en un autentico sirviente, compañero de una cocinera, otra niña y una cocinera. "Menuda vida más dura, mamá. Ojalá pudieras verme y defenderme". 

lunes, 30 de mayo de 2011

Razones tenemos todos.

No hace falta que me digáis eso de que perdéis la cabeza
por eso de que sus caderas...

Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa y esas maneras
y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da.

Pero además la he visto seria, ser ella misma,
y en serio que eso no se puede escribir en un poema.

Por eso, eso que me cuentas de que mírala cómo bebe las cervezas,
y cómo se revuelve sobre las baldosas y qué fácil parece a veces enamorarse.

Todo eso de que ella puede llegar a ser ese puto único motivo
de seguir vivo y a la mierda con la autodestrucción...

Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre.

Pero no sabes lo que es caer desde un precipicio y que ella aparezca de golpe y de frente
para decirte, venga, hazte un peta y me lo cuentas.

No sabes lo que es despertarte y que ella se retuerza y bostece,
luego te abrace y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo.

Así que supondrás que yo soy el primero que entiende,
el que pierdas la cabeza por sus piernas y el sentido por sus palabras,
y los huevos por un mínimo roce de mejilla.

Que las suspicacias, los disimulos cuando su culo pasa,
las incomodidades de orgullo que pueda provocarte,
son algo con lo que ya cuento.

Quiero decir que a mí de versos no me tienes que decir nada,
que hace tiempo que escribo los míos.

Que yo también la veo.
Que cuando ella cruza por debajo del cielo solo el tonto mira al cielo.

Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio superior.

Que conozco su voz en formato susurro, y formato gemido
y en formato secreto.

Que me sé sus cicatrices,
y el sitio que la tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría, y me sé lo de sus rodillas,
y la forma que rozar las cuerdas de una guitarra.

Que yo también he memorizado su número de teléfono,
pero también el numero de sus escalones,
y el numero de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por bulerías.

Que no sólo conozco su última pesadilla,
también las mil anteriores,
y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada,
porque tengo más deudas con su espalda
de las que nadie tendrá jamás con la luna (y mira que hay tontos enamorados en este mundo).

Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente ella,
rendida a ese puto milagro que supone que exista.

Que la he visto volar por encima de poetas que valían mucho más que estos dedos,
y la he visto formar un charco de arena rompiendo todos los relojes que la puso el camino,
y la he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana: no me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.

Que lo de "Mira sí, un polvo es un polvo",
y eso del tesoro pintado de rojo sobre sus uñas
y sólo los sueños pueden posarse sobre las cinco letras de su nombre.

Que te entiendo. Que yo escribo sobre lo mismo. Sobre la misma.
Que razones tenemos todos.

Pero yo, muchas más que vosotro
s.

Bajadas

Vuelvo a inspirar una fuerte bocanada de aire, fresco y puro, con un ligero sabor a hierba fresca. Son las 9 de la mañana, de un cálido despertar veraniego. La moto baja las curvas del puerto a toda velocidad, y los mechones de mi pelo rizado y despeinado golpetean por debajo del casco mi espalda desnuda. La noche había sido tranquila, unas pocas personas mirando las estrellas y riendo sin motivo. Mi corazón se acelera en cada curva, mis pequeñas manos aprietan la suave camisa de él buscando algún punto de apoyo. El aire huele todo a él, que concentrado en la conducción de su vespa amarilla, no se da cuenta de que le observo sin cesar todo el cuerpo, la nuca, las piernas, lo brazos, los hombros. Subo el cristal del casco y el aire llega con más fuerza. Abrazo con calor al conductor y él corresponde con un pequeño movimiento de los hombros. Cierro los ojos y todo se acentúa, cada sensación, cada curva, cada pequeño frenazo, la sensación de velocidad es más elevada. Al volver a abrir los ojos, con la cabeza apoyada en su hombro derecho, veo pasar bajos mis pies las rayas de la carretera, ya muy defectuosa. “Ojalá este momento no acabe nunca, qué momento más placentero, qué amor, qué paz, qué deseo”.
Pero la bajada acaba, el campo acaba, el calor bochornoso del verano continúa, el trabajo en la cafetería, las miradas descaradas, la falta de amor, de sexo. Cada uno hace lo que puede, mejor disfrutar del momento, disfrutar de esas bajadas, mejor aprovechar que se tienen tantas personas alrededor, tantas personas que saben amarte.

jueves, 26 de mayo de 2011

Un buen día lo tiene cualquiera.

Digamos que hoy es jueves, pero que ha sido como un viernes. La sensación de viernes invade mi cuerpo, así como el de mi compañero. Al salir del instituto, después de hacer un estupendo examen de formulación, todo cambia.
Llego a mi casa abrasada por el Sol de verano y como, una comida ligera. Después de comer nada nuevo, una ducha, vestirse.
Y después un tren de 4 minutos para ver a esa personita especial que hoy cumplía 16 años. Con mis amigas, fumando, un parque. Vuelta al tren, esa persona se va lejos de mí. Al llegar de vuelta a Torrelodones, vamos a casa de una amiga, estamos allí, tranquilas, sin pensar más que en que se gradúa otra persona especial, una hermana, pero no una cualquiera, la que más quiero, aunque más que nada porque es la única. Subimos al coche, mi amiga vestida elegante y yo completamente informal. Llegamos y pasa el tiempo, discursos, bromas, miradas, gritos, diplomas, horas y horas pasando. Después de todo eso, una comida, merienda, tentempié para todos, y más tarde, la mejor parte de todas. Estar con él, saber que va a decir cuando está con gente, saber que le conozco.Saber que no pierdo el tiempo sentándome con él  escuchando cada gilipollez que dice, sabiendo que tengo mucho que aprender de él. Y me llena una enorme sensación de bienestar, de viernes por la noche y de no querer parar nunca de volar, de sentir.
.
Poder decir tranquilamente " he disfrutado del día de hoy", he disfrutado y que mañana llegue con sus broncas en clase de inglés, con la carrera de los 25 minutos, con el deseo frustrado. Pero hoy, hoy ha sido un día bonito y ha sido 26 de mayo de 2011.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Pintauñas

Hoy es miércoles,mañana se gradúa mi hermana Elena, de todavía 17años,aunque ya ha terminado el bachillerato en breve empezará a estudiar las Bellas Artes. Mañana también es el cumpleaños de una persona muy cercana a mí.
Y pasado mañana,viernes.
Pero mejor disfrutar del momento actual, de mi  compañera "Mery", a la que amo desde hace ya tiempo..
-OH NO!- dice ella al leer estas afirmaciones.
Qué más le dará a ella estar ahí,mirando el infinito y diciendo cosas depantalones, toda aconjuntada, rosa con verde con rosa; intentando molestar al compañero de al lado.
El día es cálido, y el ambiente huele a pintauñas transparente.

jueves, 12 de mayo de 2011

La primera siempre será la peor

Por empezar ahora un blog en el que, como es tan solo un trabajo de clase escribiré cosas sin sentidos, pequeños detalles de la vida que hay que saber disfrutar(de ahí el título de Carpe Diem), cosas que por lo menos a mí me hacen feliz.
Para empezar, canciones y vídeos que de alguna forma y otra, ve hacen ver las cosas desde otro punto de vista.
Éste vídeo es el fragmento de una película llamada INK, y me parece una película muy impactante, sobretodo esta parte. Recomiendo verla, aunque la verdad, sería muy difícil ya que la han quitado de la web y en tiendas encontrarla significa tener mucho tiempo.
Otra parte de este blog hablará de esto mismo, películas que encuentre divertidas, libros que vaya leyendo, vivencias que considero Carpe Diem..